El grupo de trabajo que desarrolla sus actividades en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada ha llevado a cabo un estudio, publicado recientemente en la revista “Perception”, en el que se desmiente definitivamente una antigua leyenda urbana ampliamente extendida que asocia el color de los vehículos con un mayor nivel de riesgo en carretera.
A través de dicha investigación, se ha analizado la reacción de alrededor de 100 personas durante su conducción, mediante la simulación de situaciones de peligro acompañadas de la aproximación de vehículos de color blanco, gris, negro, amarillo, verde y rojo.
En concreto, se llevó a cabo un análisis individualizado del riesgo percibido por las distintas personas participantes en el proyecto, que incluía la medición de su comportamiento, atendiendo al tiempo de respuesta y probabilidad de frenado frente a una sensación de peligro.
La conclusión de dicho estudio expresa con rotundidad que los vehículos de color rojo no son percibidos por el resto de conductores como más peligrosos, ni tampoco con un mayor riesgo de accidentes que el resto de tonalidades.
Las personas responsables de la investigación reflejan en la publicación que “la vieja creencia de que las compañías de seguros cobran más por asegurar un coche rojo, por considerar a sus conductores más agresivos al volante, no tiene ningún rigor científico, si bien esta práctica ha sido desmentida en muchas ocasiones por las propias aseguradoras”.
De este modo, se puede considerar de forma científica que la asociación que existe principalmente en la cultura mediterránea entre el color rojo y el peligro o la agresividad no es extrapolable al ámbito de la conducción, tomando fuerza la hipótesis de que la sensación de peligro en la conducción dependerá, en mayor medida, del entorno y las circunstancias en las que se encuentre la persona observada, con independencia del color de los vehículos con los que interactúa en carretera.
