Durante lo que llevamos de 2017 las aseguradoras han tenido que gastar hasta 7.300 millones de dólares por culpa de los desastres naturales que hemos vivido en los últimos meses. Este año ha sido, con una gran diferencia, uno de los peores años en cuanto a huracanes, tifones y fenómenos similares.
El gasto de los desastres naturales en los últimos años ha aumentado hasta un 90%. Seguirá creciendo. Las próximas dos décadas el incremento puede ser de un 30% más.
Como es lógico, las aseguradoras ya han notado la tendencia alcista de este coste y están viendo que tienen que tomar algunas decisiones.
¿Cómo pueden afectar los efectos climáticos a los seguros?
La primera de las consecuencias que vamos a ver de forma casi inevitable será un incremento notable en el precio de las pólizas de seguros. De forma general, todos los seguros que puedan guardar relación con la cobertura de un bien o persona, cuya situación podría verse en peligro por un desastre natural, acabará influyendo en el coste final de ese seguro.
Además, es bastante evidente que se puede identificar las zonas donde hay mayor riesgo. No es lo mismo solicitar estos seguros en ciertas ciudades donde son frecuentes los fenónemos climáticos de este nivel, que en otros territorios donde no se suele ver este tipo de situaciones. Es más, dentro de ciudades de alto riesgo, hay diferencias. La costa puede requerir unos seguros mucho más caros que los centros urbanos.
Por último, también se está viviendo cierta evolución en la tipología de los seguros. Algunas coberturas que pudieran parecer imposibles hace unos años, comienzan a cobrar mucha mayor probabilidad conforme los desastres naturales hacen acto de presencia. Por tanto, es bastante lógico pensar en que las aseguradoras detallarán y diferenciarán de una manera más completa todas las coberturas relacionadas con estos fenómenos.
¿A quién afecta esta evolución de los seguros?
Los seguros especializados en desastres naturales afectarán en primera instancia a los propietarios de hogares, por descontado, que deberán afrontar un mayor gasto o bien delimitar mejor las coberturas de su póliza.
Sin embargo son las instituciones públicas las que más se van a ver afectadas por tener que cubrir, a partir de entonces, las infraestructuras de las ciudades por un precio superior y ante un ritmo cada vez más constante de desastres de la Naturaleza.
